lunes, 6 de junio de 2016

UNA MUJER VALIENTE



YA NO ME ATORMENTAN MIS MIEDOS 
Y
 RECUERDOS

Ante todo quiero agradecer a S.M. la valentía que ha demostrado, permitiendo publicar sus historias, para de esta manera poder ayudar a otras personas, que se puedan sentir identificadas, gracias en nombre de todos los damnificados del Alma....

S.M.
Querido Juan
Tras mi última regresión me pides que te cuente como llegué y como estoy ahora. Tú lo sabes mejor que nadie. No obstante te lo dejo por escrito por si quieres publicarlo en tu blog. Ya sabes que si puedo ayudarte en algo a ti o a los demás, no tienes más que decírmelo. Es lo menos que puedo hacer en señal de agradecimiento por lo que tú has hecho por mí.

Llegué buscando ayuda, desesperada después de haberme recorrido medio Madrid en busca de respuestas. Una amiga en común me invitó a conocerte y he aquí que nos conocimos.

En el momento en que llegué estaba muy mal emocionalmente. Además de los dolores físicos, tenía el alma rota y aunque soy de sonrisa fácil, la estaba perdiendo por momentos. No tenía ilusión por nada, no tenía esperanzas, estaba asustada. Me sentía culpable por muchas cosas que habían pasado en mi vida  Angustiada por experiencias no muy gratas vividas (bullyng, abusos, etc.). Tenía mucho miedo por mi futuro laboral. Había probado tantos tratamientos que me animé a probar uno más. Total daño no me iba a hacer.

El proceso ha sido en algunos momentos muy duro. He tenido que revivir situaciones muy desagradables que llevaba en una mochila muy pesada. Todas mis vivencias me habían llevado a creer que no servía para nada. Desde la primera sesión mi perspectiva comenzó a cambiar. Entendí que la llave la tenía yo, solo me faltaba saber cómo dar la vuelta a la tortilla.

Con la terapia y las regresiones fui recolectando armas y aprendizaje para enfrentarme a mis miedos, mis frustraciones, mis dolores y mi tristeza.

Lo primero que aprendí fue a decirme que me quiero, que me perdono y perdono a los demás. ¡Funciona! . Si te pones delante de un espejo y te dices, con la misma ternura que se lo dirías a la persona que más quieras en este mundo, te da ánimos y alegría para empezar el día. Cuantas más veces te lo dices, más te lo crees. Empiezas a dejar atrás complejos, creencias absurdas, estereotipos y comienzas a centrarte en lo más importante del mundo. ¡ Tú mism@!.

He aprendido que si no me quiero a mí misma, difícilmente voy a ser capaz de dar amor a los demás. He aprendido que no sirve de nada echarse la culpa de las cosas que te hayan pasado, ni echarle la culpa a los demás.

Entendí que de cada uno de esos hechos terribles tenía que sacar la enseñanza que la vida me estaba dando y que una vez aprendida no debía olvidarla, pero sí hacerlo desde el amor. Tenía que desterrar de mi cabeza tres conceptos: culpa, rencor ( aunque este no estoy segura de haberlo sentido hacia los demás, pero si hacia mí misma) y sufrimiento.

He entendido que solo se crece a través del amor y el perdón y que el sufrimiento había que cambiarlo por aprendizaje.

Todo ello lo estoy poniendo en práctica cada día. Trato de ser más condescendiente conmigo misma; perdonar mis errores, aprender de ellos, no sentirme culpable y llevar el día con una sonrisa. Todavía hay días en los que flaqueo, pero van ganando los días en los que estoy contenta.

He desterrado de mi vocabulario palabras como CRÓNICO. He comprendido que nuestra evolución depende de los mensajes que nos enviemos a nosotros mismos. Si nos enviamos mensajes negativos, nuestro crecimiento como seres espirituales que somos se estanca.

Por fin he recuperado la ilusión, me he dado cuenta que hay que soltar lastre y que aquello que no nos hace felices, lo tenemos que dejar ir. Hay que dejarlo ir porque una vez que hayamos aprendido la lección que sea, hay que dejarlo ir con amor.

He empezado a buscarme proyectos que me ilusionen y me hagan feliz. He recuperado la esperanza. Estoy tratando de repartir amor y ayudar a los demás. De hecho uno de mis proyectos, está precisamente relacionado con ayudar a los demás.

He asimilado y superado todas mis experiencias dolorosas del pasado. He conseguido recordarlas sin dolor ni sufrimiento. He perdonado a todos aquellos que me han hecho daño de alguna forma y es más desde lo más profundo de mi corazón los he perdonado. Este perdón me ha traído una gran paz interior y liberación.

Aún sigo luchando contra mis ataques de ira, pero en general estoy mucho más tranquila. Mis arrebatos son cada vez menores, y lo más importante de todo es que siento paz interior.

He aprendido a no preocuparme por el pasado, ni obsesionarme con el futuro. Vivo el presente con ilusión, tratando de sacar el máximo partido a cada día. He aprendido a observar mi entorno y a disfrutar del silencio.
De todos los propósitos aún tengo algunas cosillas pendientes como controlar mis accesos de ira y mejorar la relación con mi madre. Aunque ambas cosas han mejorado considerablemente, aún me queda mucho por hacer y cada día me esfuerzo por ser mejor.

Las regresiones me han ayudado a conocerme mejor, a saber qué situaciones de mi pasado me lastraban y a crecer como persona.

Así que aunque sigo trabajando, solo me queda darte las gracias de corazón por ayudarme a ver las cosas desde el prisma del amor.

Un beso

MI DEAMBULAR POR LOS "OLOGOS"


¿¡¿ COMO

   HE LLEGADO   
  
         HASTA   
  
          AQUÍ !?!
S.M.

Hola otra vez!!

Comenzaré por el principio. Hace dos años comencé con unas terribles migrañas que me postraron en la cama más de dos meses. Con las migrañas aparecieron las parestesias del lado izquierdo. Había días que me levantaba con la cara dormida y otros que también tenían el brazo y la pierna dormidos. Pasé por mil pruebas de nombres impronunciables, por más de 10 especialistas diferentes. Nadie sabía lo que me pasaba. He cambiado de medicación otras tantas veces, hasta el punto que ya no sabía distinguir entre los efectos secundarios de la medicación, de los síntomas de lo que fuera que me pasase. He pasado por urgencias tantas veces, que las enfermeras me conocían. Me he desmayado otras tantas veces, he sufrido vértigos. En fin, si te pasa algo parecido, sabrás de lo que te hablo.

Aguanté todo estoicamente y después de más de 6 meses de recorrerme todo Madrid en busca de una respuesta consigo que me den un primer diagnóstico más o menos acertado. Me dicen que tengo déficit de DAO ( una enzima que segrega el intestino y que destruye la histamina), lo que me había provocado un síndrome de hipersensibilidad central (SHC), una histaminosis alimentaria y fibromialgìa. Total que continuaron las pruebas, los análisis, las visitas a los médicos, aparecieron las intolerancias alimentarias, no podía comer de nada. He estado más de 6 meses comiendo pollo a la plancha, arroz hervido, leche de arroz y pan sin gluten. Empecé a encontrarme algo mejor, así que decidí incorporarme al trabajo a los 15 días de comenzar con el tratamiento.

Craso error!!!! Vino el stress, el acoso laboral, el agobio y unido a lo que ya arrastraba apareció la tan temida depresión. Estaba al límite, totalmente desesperada. Ya no tenía ninguna fe en que nada mejorara. Los días se me hacían eternos y el cansancio cada vez era mayor. La mayoría de los días me habría quedado en la cama.

Imagino que si has seguido leyendo hasta aquí, es que estarás pasando por algo parecido. Así que te entiendo. Mis amigos estaban muy preocupados y alguien me habló y me dijo. ¿ por qué no pruebas la hipnosis terapéutica? No había oído hablar de ello, pero después de todo lo que llevaba a mis espaldas, ¿ qué más daba probar una terapia nueva? ¿ y si funcionaba? . Así que no me lo pensé mucho y allí fui.

Yo ya había probado otras terapias como Reiki, acupuntura, masajes, etc. Todo me iba ayudando pero nada era la solución definitiva. El dolor de cabeza no se me quitaba, el cansancio tampoco y los dolores musculares tampoco. Así que probé la hipnosis. Antes de ir leí un poco sobre en qué consistía, entendí como funcionaba y vi como se basa en el potencial que no utilizamos de nuestro cerebro. Además leí algunos libros del Dr. Brian Weiss, pionero en esta práctica y no daba crédito a lo que la mente es capaz de hacer. Total que tenía argumentos suficientes como para intentarlo.

El tratamiento que estoy siguiendo no es solo hipnosis, sino una serie de terapias combinadas. Poco a poco fui entendiendo que en mi caso no es que estuviera enferma, sino que todas aquellas lágrimas que no había derramado, me estaban haciendo daño. Había pasado una mala racha, acumulada a problemas que arrastraba desde la infancia como el bullyng. En fin, que mi sistema emocional estaba saturado.

Mi cuerpo estaba dando un aviso ¡Frena!, no puedes seguir al mismo ritmo. Tienes que parar y resetear.

Con la terapia comencé a entender que yo tenía el poder de cambiar las cosas, que la fuerza estaba en mí, yo tenía la llave para ser feliz. Tenía que hacer un gran esfuerzo, pero yo podía darle la vuelta a la situación.

Después de las primeras sesiones, vino la primera sesión de hipnosis. Para mí fue increíble. No podía creer que aquello fuera posible, sin embargo funcionó y me dio mucha energía. Estuve una semana feliz, parecía otra persona, noté claramente que algo había cambiado en mí y que me había hecho crecer. Por primera vez en mucho tiempo me sentía en paz conmigo misma. Ahora bien, no os voy a engañar hay que trabajar y duro!!. Tienes que poner mucho de tu parte, tienes que entender que cambiar tu actitud es un proceso y que el cambio no se producirá de la noche a la mañana. Irás un pasito hacia adelante y dos para atrás, y hay que ser muy constante.

Tienes que tratar de pensar en positivo, decirte todos los días que te quieres, perdonarte a ti mism@ y a los demás. No des vueltas al pasado, olvídate ¡ ya pasó!. No pienses en el futuro. Vive el presente, focalízate en él.
Analiza todo lo bueno que tienes en tu vida. Seguro que tienes cientos de cosas que ni siquiera te habías parado a valorar. Hay que ser feliz y la felicidad se alcanza a través del perdón y el amor. No te envenenes con el rencor y el odio. Te hará mucho daño. Pon amor a todo lo que hagas.

Párate a respirar profundamente, dedícate tiempo a ti mism@, observa a tu alrededor, haz cosas que te proporcionen satisfacción. Haz algo de ejercicio, practica yoga. Búscate un proyecto que te ilusione y focalízate en él. Focaliza tu energía en conseguirlo.

Por complicada o crítica que sea tu enfermedad, seguro que mejoras. La actitud es lo más importante. Si mantienes una actitud positiva tu situación mejorará considerablemente. No digo que sea fácil porque no lo es. Por eso digo que hay que trabajar duro y ser constante. Habrá días en que no querrás salir a la calle, en los que quieras tirar la toalla, días en los que llores como una magdalena, días que no querrás salir de la cama, pero hay que ser constante. Tienes que esforzarte, trazarte una rutina y ser fiel a ella. Si quieres llorar, llora. Recuerda que las lágrimas no derramadas se convierten en enfermedad, pero mantente firme en tu objetivo. Ser feliz!!!.

La hipnosis te ayudará un montón, aprenderás muchas cosas de ti que no sabías y te dará un gran margen de acción, podrás conocer detalles de tu subconsciente que ni siquiera imaginabas que estaban ahí. Te proporcionará herramientas para ayudarte a superar cualquiera que sea tu problema.

Yo aún sigo en tratamiento, pero me está ayudando . Los días que peor estoy recuerdo las sesiones de hipnosis, las cosas que ya he aprendido y me obligo a pensar en positivo.

Sonríe y engaña a tu cerebro. Si sonríes generarás endorfinas, la hormona de la felicidad.

Cree en ti. Piensa que tú puedes y si has hecho regresiones, te costará menos encontrar puntos de apoyo, sobre todo cuando descubras tu niñ@ interior. Aprenderás a cuidare y protegerle y serás capaz de liberarte de las cargas del pasado que no te están dejando avanzar.

Si no me crees PRUEBA!!. Te animo a probarlo. No te arrepentirás, aprenderás muchísimo sobre ti mismo y recuerda NO TIENE EFECTOS SECUNDARIOS

No tengas miedo, confía en tu terapeuta, él te guiará y no dejará que hagas nada que tú no quieras hacer. Eso sí, asegúrate que el terapeuta tiene sus licencias en orden y que es un profesional serio. Por ello piensa que es un profesional que te va a ayudar y en todo momento velará por tu seguridad.

Así que no tienes por qué  tener miedo. Olvídate de los estereotipos de la tele. La hipnosis terapéutica no tiene nada que ver. Solo te vas a sentir relajado y el terapeuta te irá guiando por las distintas fases de relajación. Se trata de una introspección hacia tu interior. Insisto no vas a hacer nada que tú no quieras hacer. Se trata de una terapia seria que te va a ayudar a crecer.

Solo puedo decirte que para mí ha sido y está siendo una de las experiencias más fuertes de mi vida. No dudes más y experiméntalo. Te invito a que lo hagas y nos cuentes a los demás tu experiencia. Yo os he contado la mía por si os puede servir de ayuda a la hora de decidiros.

Un achuchón energético.


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UNA BONITA HISTORIA






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      HISTORIA DE UNA REGRESIÓN

Una bonita historia contada por una  hada muy especial

S.M.
"Buenos días Juan,
Qué tal vas? Como te debo un montón de cosas. Ahí van:

¿Te gustan las aventuras?- Me dijo. ¿Descubrir lo desconocido y viajar?
Pues claro, respondí yo. Y ¿a quién no?!!

Pues entonces te propongo un viaje, pero tranquila no va a ser al Caribe, ni al misterioso Egipto, ni al Sudeste asiático. El viaje que ye propongo es un lugar único y mágico. Vas a tener que emplearte a fondo, subir montañas y adentrarte en las profundidades, será una aventura que no olvidarás, y cuando llegues al destino descubrirás un mundo maravilloso. Pero ojo, no prepares equipaje, solo déjate llevar, ponte cómoda y relájate porque vas a descubrir un mundo, que ni te imaginas.

¿Estás preparada? Me preguntó.
Ansiosa diría yo.
Pues allá vamos....

Ponte cómoda, respira profundamente y relájate, relájate, relájate...Cada vez estás más relajada, sientes que el cuerpo te pesa, tratas de abrir los ojos pero no puedes despegar los párpados, estás muy relajada. Solo escuchas mi voz, el resto no importa y cada vez estás más relajada y más distante de aquí y ahora.

Y así fue como comenzó mi viaje. Empecé a caer en una espiral de luz, que me empujaba más y más a un estado de relajación extrema. Las piernas y los brazos los sentía tan pesados, que llegó un momento en que dejé de sentirlos, era como si fuera incorpórea, como si solo fuera un punto en el espacio y de repente me vi en una hermosa playa. Ya no estaba aquí.

Una hermosa playa de arena dorada y palmeras, el agua era azul intenso. Me senté en la arena, que acariciaba mis pies, una suave brisa alborotaba mi pelo y el sol calentaba mi piel. Me sentía relajada y a gusto conmigo misma, mis problemas habían desaparecido y me sentía liviana. Al rato me levanté y comencé a andar, encontré un camino de arena que se adentraba entre las palmeras. Decidí seguirlo. Pero no era yo quien me guiaba, era mi voz interior quien me incitaba a seguirlo, no sabía dónde me llevaría pero confiaba en su sabiduría, sabía que no haría en contra mía. Me dejé llevar.

Llegué a una inmensa pradera de un verde intenso, salpicada de bonitas flores de colores como si de una alfombra tejida con los más brillantes hilos se tratara. Todo era paz y armonía. El canto de los pájaros me acompañaba en mi paseo y el alegre chapoteo del agua de un pequeño riachuelo cercano, hacía de todo ello un paisaje bucólico. Seguí caminando ensimismada, observando, escuchando, respirando, sintiendo.

A mi derecha, en un recodo del camino, encontré una sencilla cabaña de madera. Me sorprendió que en mitad de aquel recóndito lugar hubiera una cabaña. Me acerqué. No parecía haber nadie en su interior, es más me atrevería a decir que llevaba tiempo abandonada. Sin embargo, en su interior, aún quedaban evidencias de algún antiguo morador. Vi una silla desvencijada, una mesa de madera comida por las termitas, un camastro y una pila donde, abandonados, encontré algunos platos y vasos. El resto era un galimatías de herramientas. Pensé en rebuscar por si acaso algo me pudiera interesar. Entre todo aquel barullo vi algo que relucía con gran intensidad. Me apresuré a rescatarlo. Era una llave grande y antigua, pesaba un montón, decidí quedármela. Cogí también una sierra y un pico. Salí de la cabaña y volví a la pradera.

La luz del sol alumbraba el camino, y a pocos metros de la cabaña vi un laberinto. Desde luego el lugar era asombroso. ¿Qué podía hacer allí un laberinto? Aquello no tenía demasiado sentido, no obstante he caminado hasta la entrada. Dos caminos se abrían ante mí, uno a la derecha u otro a la izquierda. Era un laberinto hecho de setos. Eran tan altos que ni siquiera dejaban filtrar la luz del sol. No veía casi nada. Menos mal que había cogido una sierra, parecía como si el destino la hubiera puesto allí a posta. Cogí la sierra y me apresuré a cortar los setos para poder ver cuál era el camino correcto para seguir. Para mi sorpresa, en el centro del laberinto se alzaba un inmenso torreón de ladrillo con tejado de pizarra. Allí alzado, en el centro, parecía el guardián del laberinto. En uno de sus laterales, vi un pequeño balcón enrejado y en el centro de la pared que tenía enfrente se abría una pequeña saetera. En el centro una gran puerta de madera, cerrada con un candado. ¿ Qué podía esconder aquella torre aislada, encerrada en medio de un laberinto? La curiosidad me impulsaba a andar cada vez más deprisa, sentía mi corazón latiendo desbocado, pero yo sentía paz, no tenía miedo. Seguía relajada, prácticamente no tenía conciencia de mi cuerpo. Diría que era un ser etéreo que podía ver todo lo que sucedía como si de una película se tratara. Algo me decía que en aquel torreón podía encontrar respuesta a muchas de mis preguntas. Quería entrar allí, tenía que entrar y descubrir que escondía su interior.

Por fin he llegado y me he plantado frente a él. ¿Cómo abriría aquel candado? ¡Claro! Con la llave que he cogido en la cabaña. ¿Qué otra cosa podría abrir aquella llave si no era el torreón? ¿Acaso la cabaña sería del guardián del torreón? ¿ y si la cabaña no estaba abandonada? He desechado todos esos pensamientos. ¿Qué más daba? El caso es que había llegado hasta allí y yo quería seguir con mi aventura. Nada ni nadie me iba a parar ahora. Cogí la llave y probé a abrir el candado. Al principio parecía que se resistía, pero he seguido intentándolo y ha sonado un clic, el candado se ha abierto. Lentamente he empujado la pesada puerta de madera. Todo estaba muy oscuro y mis ojos han tardado unos segundos en adaptarse a la oscuridad. La sala estaba vacía, no había muebles, ni enseres, ni decoración alguna. ¡Nada!. Vacía, silenciosa y oscura. Por un momento me he sentido decepcionada pero...

A mi izquierda he visto una escalera. Estaba hecha de piedra y subía en forma de caracol hacia la parte alta del torreón. Me ha costado mucho decidirme a subir por ella. Las escaleras de caracol siempre me han producido vértigo. Pero intuía que estaba a punto de descubrir algo importante. No podía echarme atrás, tenía que enfrentarme a mis miedos. Así que he hecho acopio de valor y he decidida he comenzado a subir. Sujetándome a las paredes y con paso firme, peldaño a peldaño, he llegado a una sala muy oscura. Una suerte de mazmorra, fría y oscura. La humedad me hacía estremecer. De repente en un rincón he visto algo, ha aparecido ella.

Era una niña preciosa, pero su carita denotaba mucha tristeza, estaba acurrucada en un rincón, aterrorizada y rilando de frío. Al principio me rehuía, no se fiaba de mí. He tratado de convencerla de que nada malo iba a suceder, que en mi podía confiar, que yo la protegería. No quería salir de allí, de aquel torreón donde debía llevar una eternidad encerrada. Le he hablado del mundo exterior, del sol, del mar, de las estrellas, de la luna, del olor de las flores, del canto de los pájaros, del amor, del azul del cielo. Le he dicho que tenía que conocerlo, que había mil maravillosas razones para abandonar aquel torreón, que merecía la pena salir de aquella cárcel de piedra, que no merecía la pena seguir llorando y sufriendo en aquel rincón, cuando ahí fuera le esperaban un millón de cosas bonitas por descubrir.

Poco a poco ha levantado sus enormes ojos castaños y me ha mirado con asombro. ¿Es cierto todo eso que dices? Por supuesto que es cierto, la he contestado. ¿Quieres venir a descubrirlo conmigo? Poco a poco me ha tendido su manita y la he ayudado a levantarse y cuando la he tenido de pie enfrente de mí mirándome con esos ojos enormes y llenos de interrogantes, un escalofrío me ha recorrido de arriba a abajo. Esa niña me estaba esperando a mí. A nadie más, a mí, porque esa niña ¡ Era yo!.

No podía ser, he cerrado los ojos y je vuelto a abrirlos, pero sí, esa pequeña era yo. Ahí estaba yo, con mis dos coletas, mis lazos y ese vestido de flores, que tanto me gustaba, pero ¿cómo era posible? ¿Cómo era posible que esa pequeña, o sea que yo, estuviera encerrada en aquel torreón, tan terriblemente triste y asustada? He sentido una ternura infinita hacia ella. Diría que mi instinto maternal ha tomado el control. La he cogido en brazos, sabía que desde aquel momento no podría vivir sin ella. La he abrazado con dulzura y he bajado las escaleras con ella en brazos. Cuando hemos llegado a la puerta, la luz nos ha cegado. No he podido evitar pensar, cuánto tiempo llevaría aquella dulzura sin ver la luz.

Cuando ha conseguido abrir los ojos, por unos segundos se ha quedado paralizada. Observándolo todo, mirando a su alrededor como si acabara de descubrir la luz, como si el sol la calentara por primera vez, ha esbozado una preciosa sonrisa y yo he sentido una paz infinita, mientras las lágrimas se agolpaban en mis ojos. Nos hemos cogido de la mano, nos hemos sonreído y hemos echado a andar. He sabido que ya nunca más iba a hacer el camino yo sola. Caminábamos por la vereda de un río, en mitad de un bosque lleno de árboles majestuosos que apenas dejaban filtrar la luz.

Hemos oído el chapoteo del agua, los gorjeos de los pájaros, el canto de las cigarras, el silencio. Hemos contemplado el sol, las nubes y el aleteo de las mariposas. Hemos olido la hierba fresca, los aromas de las flores. Hemos sentido el frescor de la hierba en nuestros pies, la brisa acariciando nuestras mejillas y el calor del sol entibiar nuestro cuerpo. Nosotras mismas formábamos parte de aquella sinfonía de luz, color, sonido y aromas. Estábamos en paz con nosotras mismas y en perfecta sintonía con la naturaleza.

Hemos seguido el camino en silencio, observando, sintiendo y pronto hemos llegado a un claro. En la distancia hemos visto el humo de una chimenea y una preciosa casita de ladrillo. También estaba allí esperándonos, supimos al instante que aquella casita sería nuestro hogar. Hemos corrido hacia ella y hemos empujado la puerta. Tenía unos alegres ventanales, un salón enorme con un sofá grande y confortable. Una bonita mesa de roble. La cocina estaba decoraba en blanco, con una isleta en medio y dos taburetes blancos. Había dos habitaciones, una para mí, pintada de azul,  y otra para mi niña en color verde pálido. Una vez que hemos curioseado hasta el último rincón, nos hemos sentado en el sofá y la he acurrucado contra mi pecho. No te preocupes le he dicho, ya nunca más estarás sola, yo cuidaré de ti.

En ese instante he visualizado una brillante bola de luz blanca que ha entrado en mi corazón y me ha irradiado calor y energía al resto del cuerpo. Mi niña se ha fundido conmigo. Toda esa energía me ha envuelto y me he sentido invencible, era como si un potente escudo de energía me protegiera de todo mal.
Poco a poco he vuelto a caer en una espiral de luz y he llegado de nuevo a la playa. Me he tumbado en una hamaca y me he quedado en paz y en silencio. Ahora sabía que mi niña estaba conmigo, iluminando mi ser y que a la vez que yo la protegía a ella, ella me ayudaba a crecer desde el amor. Me he dejado arrullar por el rumor de las olas y poco a poco he ido volviendo. He sentido una paz inmensa, pero a la vez me he sentido muy fuerte.

Poco a poco mi estado de relajación extrema ha ido cediendo y en 1, 2, 3, 4, 5 abrirás los ojos y te irás habituando a la nueva realidad.

Mi primera regresión acababa de terminar. Un montón de sensaciones y sentimientos se agolpaban en mí: felicidad, emoción, fortaleza, amor, alegría, calor, frío...

He entendido que nuestro niño interior necesita amor y protección, que si cuidamos de él, cuidamos de nosotros mismos. Que es el mismo  que nos hace sentir paz y que sin paz y amor en nuestro interior, nunca seremos felices.

Para mí ha sido el viaje más corto e intenso de mi vida. Donde por primera vez en mucho tiempo he sentido la verdadera paz espiritual. Me he sentido llena de energía y alegría. Ahora sé que la felicidad está en mí. Que no tengo que buscar más, que yo decido si quiero ser feliz o no. De mí y tan solo de mí depende que mi paso por la tierra sea un agradable aprendizaje o un camino de amargura. Por el momento he decidido ser feliz y ahora sé que puedo serlo con ayuda de mi niña."

Un besote Juan